En memoria de Alicia G. Montano
Artículo de Ramón Irigoyen publicado en Diario de Navarra. Lunes, 20/01/2020
Siento una gran admiración, afecto y gratitud por la periodista de RTVE Alicia G. Montano, fallecida, a los 64 años, el sábado 18 de enero, la fecha del nacimiento del nicaragüense Rubén Darío, que nunca olvido porque es también la fecha de nacimiento de Angelica Valentinetti, la maravillosa traductora de Los sepulcros del genial poeta italiano Ugo Foscolo. Para un momento de duelo, cuando fallece un familiar, un amigo o una persona que admiramos, no hay nada como leer unos versos de Los sepulcros que nos instalan en la más alegre realidad. Nos instalan en el feliz pensamiento de que la muerte nos acogerá un día en su seno y seremos felices por toda la eternidad. ¿Quién no sueña con hacer un viaje galáctico al paraíso, al purgatorio o incluso al infierno, si no queda más remedio? Que nadie tenga la menor duda: el viaje eterno le da mil vueltas en dunas al Rally Dakar 2020 que acaba de ganar – ¡y por tercera vez! – el gran Carlos Sainz.
La noticia del fallecimiento de Alicia G. Montano, con la que me topé en un diario digital al entrar con intención de mejorar mi cultura futbolística – ardía en deseos de seguir los últimos resultados de LaLiga -, me produjo un inmenso dolor. Siendo yo una Persona Altamente Sensible (PAS) – dicen los psicólogos que el 20% de la población lo somos y sé que soy PAS porque me sometí a un riguroso test de sensibilidad en internet -, al instante volé a aquella tarde de, hace ya 30 años, en la que Alicia G. Montano, junto con otros colegas – Francisco Umbral, el editor José Luis Moreno Ruiz, Fanny Rubio… , presentó en Madrid un libro mío en el Círculo de Bellas Artes (CBA). Pero, como recomienda Teresa de Ávila, controlemos la imaginación, que es la loca de la casa, seamos humildes y no vayamos tan pronto al CBA a hablar de nuestro libro siguiendo los célebres pasos narcisistas de mi admirado y querido maestro Francisco Umbral.
Alicia G. Montano nació en Madrid en 1955, el año anterior al inicio de la actividad regular de TVE, propiciada por Francisco Franco, un fausto 28 de octubre de 1956. Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, la periodista, como trabajadora de RTVE, debutó en Radio 3. En 1982 pasó a trabajar en el centro territorial de TVE en Navarra. De Navarra pasó a Madrid, donde, durante tres décadas largas, desarrolló una brillante carrera. Fue jefa de la sección de Nacional de los telediarios, directora de ‘Informe Semanal’ y editora de igualdad, cargo que ha ejercido desde hace poco más de un año. Como editora de igualdad, Alicia G. Montano ha luchado para que los servicios informativos ofrezcan contenidos orientados a reducir las variadas brechas que separan a hombres y mujeres. Su lucha a favor de la igualdad fue una de las batallas en la que peleó sin rendirse nunca. La otra gran batalla de su vida fue la defensa de la televisión pública. Hace año y medio, el Parlamento convocó un concurso público para ocupar una plaza en el consejo de administración y ser presidente de la corporación RTVE. Un centenar de aspirantes optaron a esa plaza. Alicia G. Montano fue la número uno de aquella convocatoria porque, como canta al óleo Perogrullo, obtuvo la calificación más alta. En la siniestra y larguísima racha de incapacidad de los partidos para formar gobierno la parálisis legislativa se interpuso en el camino de Alicia G. Montano y se fue al limbo la plaza que, desde hace meses, le habría otorgado la máxima autoridad de RTVE.
Como declaró en una ocasión a El Confidencial, la televisión pasó del franquismo a manos de la democracia. El cambio fue fantástico. Pero el poder, el mando a distancia, lo siguieron teniendo los políticos aunque ahora fueran elegidos democráticamente por los ciudadanos. Alicia G. Montano veía que la sociedad civil había quedado al margen de este proceso y de algún modo los ciudadanos, inconscientemente, se habían tragado el sapo. En la Segunda Edición del Telediario de La 1 esta cadena informó magistralmente sobre el fallecimiento de la periodista.
En la presentación de mi libro El humor de los amores – si no escribo el título Francisco Umbral me pega un grito desde el cementerio de La Almudena – Alicia G. Montano, en el CBA, con profesionalidad de santa, leyó un texto que escribió para la ocasión. Le agradecí en su día su amabilísima y brillante intervención y se la seguiré agradeciendo en todas mis reencarnaciones. Y siempre que me reencarne y me acuerde de ella, como ahora, y como buen PAS, me brotará alguna lagrimilla.