‘Vidas gregarias’ de Javier Albaladejo
Artículo de Ramón Irigoyen publicado en Diario de Navarra. Lunes, 1 de julio de 2019
En la Escuela de Escritores, con sede en la madrileña calle de Covarrubias, se presentó, el jueves pasado, la excelente novela Vidas gregarias (Ediciones Carena) del escritor y deportista alicantino Javier Albaladejo, fallecido, en la isla canaria de El Hierro, a finales del pasado mayo. En la cubierta de la novela vemos la imagen de un ciclista, tomada de espalda, y, a la izquierda, en la parte superior, un coche que sugiere el riesgo grave de los ciclistas en la carretera. No obstante, a pesar de las apariencias en contra – la fragilidad de la bici frente a la potencia salvaje del coche -, está bien demostrado que es más peligroso viajar en coche que en bici. Este dato, bien demostrado por las estadísticas, nos da idea de lo extremadamente peligroso que es viajar en coche – y, por supuesto, viajar en bici -, un hecho del que, con frecuencia, no somos conscientes. También hay que reconocer que, con frecuencia, no somos conscientes de casi nada porque, si fuéramos muy conscientes, no podríamos vivir. ¿Piensa un ornitorrinco en que le puede dar un infarto y quedarse sin ir al cielo por no haber confesado a tiempo sus crímenes? Pues, naturalmente, no lo piensa porque el ornitorrinco ya tiene suficientes tareas domésticas como para preocuparse también por sus delitos.
La imagen de la cubierta aclara el significado del título de la novela, Vidas gregarias: los aficionados al Tour y a la Vuelta a España saben bien que un ‘gregario’ es, como bien aclara Rodrigo Montera en su magnífico Prólogo, un ciclista que trabaja para que el jefe de filas del equipo obtenga la victoria. Los dos protagonistas de la novela, que narran su historia en primera persona, son Ángel, un ciclista ya retirado, y Mauro, presidente de una asociación, subvencionada por un empresario, que trabaja para la prevención de accidentes de bici en carretera.
La novela, de 128 páginas, está dividida en 20 capítulos repartidos en 10 grupos de textos presentados con estos títulos: Algodón, Carbón, Limón, Ceniza, Miel, Barro, Atardecer, Sangre, Fuego, Fuego (título repetido dos veces). Los títulos de estos grupos revelan el carácter lírico – pero, por fortuna, sin excesivos tributos a Garcilaso – de la novela. Una ley sagrada de la literatura es que el autor hable de lo que sabe. Javier Albaladejo, ciclista amateur, habla de ciclismo con la emoción y la sabiduría de quien lo ha practicado a fondo. El primer narrador, Ángel, en el hospital, donde está ingresada su hija por un atropello de bici, viaja en su memoria hasta la época en que fue amateur: “Rescato, con esfuerzo, la misma sensación de angustia feliz por tener todo listo para las salidas: veo la ropa plegada, huelo la comida, mastico el burbujeo de las sales en la bebida, toco las gafas limpias, pongo el cuentakilómetros a cero habiendo estudiado antes y en profundidad los datos de la última salida”.
Abrió el acto de la presentación de Vidas gregarias Javier Sagarna, director de la Escuela de Escritores, quien leyó una emocionante carta de la madre de Javier Albaladejo dirigida a su hijo. Pedro García Cabrera habló sabiamente de la vinculación de Albadalejo con el escritor austriaco Stefan Zweig. Rodrigo Montera, director teatral mexicano, hizo una presentación memorable. Carmen Molina, responsable de Ediciones Carena, editorial barcelonesa que ha publicado 1500 libros, contó la excelente impresión que, desde las primeras páginas de la novela, Vidas gregarias les causó a los editores.
Este acto de homenaje íntimo a la memoria de Javier Aldadalejo fue convocado por sus compañeros de la IX Promoción del Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores: Lucía Emmanuel, Pedro García Cabrera, Ana Hontanilla, Luis de la Iglesia, Sergio Lobo, Rodrigo Montera, María Esther Nebout, Carlos Pascual, Ramón Sanchís, Manuel Vera y Flavia Yáñez. Todos los compañeros de Javier Aldaladejo convocantes del acto han escrito ya – o están a punto de finalizar – su primera novela, cuando no van ya por su segunda o tercera novela. Las librerías esperan ya estas novelas. Los excelentes escritores Ignacio Ferrando, Mariana Torres, Berna Wang e Isabel Cobo, profesores de la Escuela de Escritores, asistieron a este homenaje a un magnífico escritor al que admiramos por su talento y bondad – su madre ha escrito en su carta leída en el acto que no dejó ningún enemigo – y al que sus compañeros y profesores lloramos por su fallecimiento.
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