El gran Venizelos en la Fundación Pastor
Artículo de Ramón Irigoyen publicado en «Diario de Navarra». Martes, 17 de diciembre de 2019.
TRIBUNA CULTURAL El autor repasa una jornada celebrada en Madrid sobre la figura de Eleutherios Venizelos, el político
que marcó el paso del siglo XIX al XX en Grecia, y que estuvo organizada por la helenista navarra Alicia Villar Lecumberri
Organizada por la magnífica helenista pamplonesa Alicia Villar Lecumberri se celebró en Madrid, el dos de diciembre, una “Jornada dedicada a Eleutherios Venizelos”. Este inmenso político griego fue un estadista de la talla de Cánovas, de su rival liberal Sagasta, de Antonio Maura, de Francisco Franco – es durillo de reconocer, pero fue jefe del Estado durante casi 40 años -, por citar solo políticos españoles excluyendo a líderes de las últimas cuatro décadas. La organización de tan vivo acto contó con la colaboración de la Embajada de Grecia en Madrid, la Universidad Abierta de Grecia – cuyo logotipo, como corresponde a una época tiranizada por el uso del inglés, reza de rodillas a los pies de la reina Isabel con el nombre de Hellenic Open University – y la Fundación Pastor de Estudios Clásicos (FPEC), que tiene su origen en una donación del palacete que la alberga. La FPEC fue inscrita en el registro de la propiedad por la generosidad de un banquero, Juan Pastor, que debió de sentir por el dinero un amor quizá no inferior al que sentía por el griego y por el latín. Estas dos lenguas, que valen por 130 lenguas, han conformado – y aunque para algunos sea también durillo reconocerlo, a través de la Iglesia católica – nuestra cultura artística en arquitectura, escultura, pintura, música y literatura. Y también hay que recordar que nuestro derecho lo hemos heredado de Roma. Esperemos que Pablo Iglesias, criado a los pechos de Lenin y con el alma devorada por las admirables mansiones de los plutócratas, no entre en cólera, como nefastamente lo hizo por una reciente donación de Amancio Ortega, por esta donación, de hace ya unas décadas, de Juan Pastor, un ciudadano ejemplar que supo devolver a la sociedad lo mucho que recibió de ella. Esto, en las cuatro lenguas de España – suponiendo que sean solo cuatro lenguas y no 35 lenguas, como quizá se imagina con su delirante aritmética plurinacional el inmerso (no confundir con inmenso) socialista catalán Miquel Iceta -, se llama ética.
Irene Martín, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, disertó brillantemente sobre el tema “Venizelos, Unamuno y su tiempo”. Venizelos y Unamuno, los dos, nacieron en 1864 y murieron en 1936. Venizelos nació en la isla de Creta, que pertenecía al imperio turco. Fue político en la isla, bajo dominio turco, pero su radical nacionalismo griego lo condujo a Atenas donde llevó una vida de enormes éxitos y estrepitosos fracasos políticos que dan para el rodaje de varias series televisivas. Unamuno dijo aquello de “me duele España”. A Venizelos le dolía también Grecia y, anticipándose unas décadas al antimonarquismo de la actual Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), se llevaba a matar con la monarquía, lo mismo que le ocurría a Unamuno. Por eso Unamuno acabó desterrado en la isla canaria de Fuerteventura y Venizelos fue desterrado a Egipto, la patria del sirtaki, del chistu vasco y de la sardana catalana. Venizelos, por cierto, llegó a tocar el chistu como un nativo de un caserío de Cáceres y bailaba en El Cairo la sardana incluso con más arte que el sirkati en una taberna de Iraclion.
Alicia Villar Lecumberri disertó espléndidamente sobre “La política educativa en la época de Venizelos”. En 1899, o sea, en el borde mismo del siglo XX, Venizelos logró que se promulgara una ley de educación general y gratuita. Para luchar contra el altísimo analfabetismo, Venizelos miró a donde tenía que mirar: a Europa. Y en Europa encontró el modelo de ley de educación que, por ejemplo, en España también había encontrado, unos años, antes el ministro de Fomento Claudio Moyano. La excelente Ley de Instrucción Pública promovida por Claudio Moyano, firmada por Isabel II en 1857, llegó a tener una vigencia de cien años.
Dimitris Filippís, profesor de la Universidad Abierta de Grecia, y el historiador Pedro Álvarez de Frutos, autores del magnífico libro Venizelos y la diplomacia española: II República griega (1924-1935), disertaron brillantemente sobre “Venizelos y la diplomacia española”. ¡Qué buena prosa la de los textos de los diplomáticos españoles que leyeron los ponentes! Es normal que los diplomáticos tengan buena prosa: escriben mucho, lo mismo que los periodistas y, naturalmente, aprenden bien el oficio. También intervinieron en el acto el presidente de la Fundación Pastor, Emilio Crespo Güemes, catedrático de También intervinieron en el acto el presidente de la Fundación Pastor, catedrático de filología griega de la Universidad Autónoma de Madrid y Anastasia Tatiana Spentzia, agregada de Asuntos Culturales de la embajada de Grecia en España. El consejero de Prensa de la embajada de Grecia Panagiotis Sotiropoulos, siguiendo los pasos del gran fotógrafo Chema Madoz, que acaba de inaugurar en Madrid exposición en La Fábrica (C/ Alameda, 9), hizo instantáneas para la eternidad. El embajador de Grecia Yannis Tzovas Mourouzis excusó su asistencia al acto porque la Cumbre del Clima celebrada en Madrid pasaba, a esa misma hora, lista de asistencia estricta. Un vino ofrecido por la Embajada de Grecia en Madrid liberó alegres comentarios en los corrillos. Un latinista de la Universidad Complutense dejó caer que el presidente en funciones Pedro Sánchez, tras el éxito del traslado de los restos de Franco, tiene ya mono de exhumaciones y no hay que descartar que esté ya negociando con ERC la exhumación de los restos del antimonárquico Venizelos y trasladarlos de su tumba de Acrotiri (Creta) a la Generalitat donde serán honrados por Torra.