Filosofía
Una pequeña historia de la filosofía
(Ediciones Oniro, 210 páginas, 2008)
“Si me pidieran que seleccione los libros más amenos y profundos que leí a lo largo del año, situaría en el primer puesto Una pequeña historia de la filosofía.”
José Antonio Gurriarán, RTVA
“Es un gran libro, uno de esos libros que uno se alegra de leer, de los que recomienda y regala a los amigos.”
Julia Navarro, Agencia Colpisa
“El humor y el amor a la sabiduría se dan la mano en Una pequeña historia de la filosofía.”
Antonio Fraguas, ELPAIS.COM
“Es tan desternillante como lúcido.”
Juancho Martínez, La Voz de Galicia
“Ramón Irigoyen alcanza la sencillez y el humor que ahora corona, después de una obra extensa, intensa y diversa.”
José Manuel Torga, Espacios Europeos
Ramón Irigoyen publica Una pequeña historia de la filosofía
Ediciones Oniro publica Una pequeña historia de la filosofía, de Ramón Irigoyen. El libro de 210 páginas, escrito con máxima claridad, agilidad y mucho humor, está dirigido a lectores a partir de 12 años. El libro relata la evolución del pensamiento occidental desde sus orígenes en Grecia hasta el siglo XX. Aquí están los presocráticos, Sócrates, Demócrito – jamás situado en una historia de la filosofía entre Sócrates y Platón, como le corresponde por cronología – Platón, Aristóteles, Epicuro, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Maquiavelo, Descartes, Spinoza, Hume, Rousseau, Kant, Hegel, Darwin, Marx, Schopenahuer, Nietzsche, Hannah Arendt, Simone de Beauvoir y María Zambrano, entre otros filósofos.
El libro da respuesta a dos delitos ideológicos: el de la manipulación de la cronología del materialista Demócrito, que perpetran los historiadores de la filosofía, las enciclopedias y los libros de texto de colegios y universidades, y el de la exclusión de las mujeres de las historias de la filosofía.
Frente a historias de la filosofía que sitúan al materialista Demócrito en el grupo de los presocráticos, Irigoyen se atiene a los datos biográficos de Demócrito – nacido diez años después de Sócrates y muerto entre 30 ó 40 años después de este maestro – y lo saca del grupo de los presocráticos para situarlo, entre Sócrates y Platón, como cronológicamente le corresponde. Según Irigoyen, esta manipulación de la cronología pretende restarle visibilidad a Demócrito, la gran figura del materialismo griego, diluyéndolo en el grupo de los presocráticos. De este modo ya no le hace sombra al idealista Platón, enemigo absoluto de Demócrito. Toda la obra de Platón es una sucesión de misiles contra la obra de Demócrito, sin nombrarlo jamás. Platón pensó en quemar públicamente la obra de Demócrito, un delirio del que lo libraron dos pitagóricos amigos suyos. La manipulación de la cronología de Demócrito revela la importancia de la guerra entablada entre el idealismo y el materialismo que llega hasta hoy. Cuando el Papa condena el uso del preservativo, en esa doctrina están presentes Tomás de Aquino – que cristianizó a Aristóteles -, Agustín de Hipona y Pablo de Tarso –que cristianizaron a Platón -, Platón y Pitágoras, el padre espiritual de Platón. Pero en Una pequeña historia de la filosofía no hay sectarismo anticristiano. Por ejemplo, se elogia el excelente Nuevo Diccionario de Teología, redactado por un equipo de teólogos y filósofos dirigido por Juan José Tamayo.
Una pequeña historia de la filosofía también da respuesta a una segunda guerra ideológica. Ramón Irigoyen condena la exclusión de las mujeres de las historias de la filosofía. Para demostrar esta exclusión, hizo un recuento de la presencia de varones y mujeres en la sección del siglo XX del Diccionario de Filosofía, de José Ferrater Mora, una obra en cuatro volúmenes con 3800 páginas, y los datos son estos: de 470 artículos, Varones: 468 – Mujeres: 2 (Rosa Luxemburg y María Zambrano). En la segunda mitad del siglo XX, de Una pequeña historia de la filosofía, Ramón Irigoyen ha incluido a tres varones – Heidegger, Wiitgenstein y Popper – y tres mujeres: Hannah Arendt, Simone de Beauvoir y María Zambrano.
Como es habitual en los libros de Ramón Irigoyen, el humor es un elemento esencial en el libro. Por ejemplo, compara un texto en alemán de Heidegger con unos juegos verbales del poema La Virgen del aprisco, de Carlos Edmundo de Ory, y demuestra que ese texto de Heidegger y los excelentes versos de Ory – la lana de lana la cieluna… último atisbo de su sombra hombruna – son de la misma estirpe que el estribillo del Aserejé: “Aserejé ja de je debe tu de jérebe / sebionouva majabi an de bugui an de buididipi…”. Esta conexión de Heidegger con Las Ketchup – Las hijas del Tomate -, demostrada por el análisis de los textos, además de real (el texto de Heidegger tiene sólo valor fónico, no conceptual), es muy atractiva para el lector.