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Ramón Irigoyen es autor de 16 libros de obra original. Ha publicado también 15 libros de traducciones del griego antiguo y moderno.
"Descomunal poeta" (Juan García Hortelano)
"Ya era hora, coño, de encontrar una gran prosa castellana, nueva, vieja y eterna" (Francisco Umbral, Premio Cervantes)

ORY, ZELADA, ÁVILA Y ‘100 DUDAS’

Artículo de Ramón Irigoyen publicado en ‘Diario de Navarra’. Lunes, 4 de marzo de 2019

En el laberinto de la mente me zumba el título de un libro espléndido, Prender con keroseno el pasado, una biografía del poeta y cuentista gaditano Carlos Edmundo de Ory firmada por José Manuel García Gil y publicada por la Fundación José Manuel Lara. Esta biografía, tan rigurosa como escrita con una prosa tan clara como ágil, fue galardonada, hace ya casi un año,  con el Premio Antonio Domínguez Ortiz. La exquisitez de la poesía de Ory y la maravilla de sus relatos – Cuentos sin hadas (Cátedra), un libro magnífico  editado por José Manuel García Gil – retumban en mi cerebro, como los bombos de la peña pamplonesa El Estruendo, porque, desde el día de la publicación de Prender con keroseno el pasado,  hasta hoy, no le he dedicado a este libro ni una línea.

Y a otra cosa, Isaac Rosa, que la vida es verso y prosa. El poeta y novelista peruano Leo Zelada presentó su novela El último nómada (Ruleta Rusa Ediciones) en la madrileña Librería María Pandora de la plaza Gabriel Miró. Ya, en su día, asistí a la presentación del poemario Transpoética (Vaso Roto)  de Leo Zelada en esta misma librería y viví la experiencia que, en los entrenamientos,  viven algunos futbolistas,  cuando el preparador físico les manda subir a toda velocidad los peldaños del graderío de los hinchas. En la presentación anterior, me dirigí a la plaza Gabriel Miró desde la calle Segovia, en el tramo pegado al viaducto desde el que se han suicidado docenas de madrileños, y tuve que subir unos siete mil peldaños, que bendije, uno a uno, con mis palabras de cariño más petrarquista, porque sentía la felicidad de que la asistencia a la presentación de Transpoética  de Leo Zelada me estaba poniendo en excelente forma física.

Pero a la presentación de la novela El último nómada, que relata un viaje de varios miles de kilómetros, iniciado en Lima (Perú) y finalizado en Los Ángeles (Estados Unidos), prescindí del acceso de las divinas escaleras de la calle Segovia,  y me  fui, por otra ruta,  caminando desde el teatro La Latina por la plaza del Humilladero, la plaza Puerta de Moros, la calle de Don Pedro  hasta la plaza de Gabriel Miró. Visité  la iglesia de San Andrés y la Capilla del Obispo  e incluso el seminario conciliar – la biblioteca está abierta al público –   que me deparó el trayecto.

Presentaron  la novela – novela es todo libro del que su autor dice que es una novela, sentenció en su día Cela – el editor Roberto Menéndez y Antonio Miguel Carmona, concejal del ayuntamiento de Madrid y profesor de economía de la Universidad San Pablo CEU. Carmona elogió vivamente El último nómada de Leo Zelada. Y  descubrí que el discurso de Antonio Miguel Carmona es de la estirpe de la genial novela Tristram Shandy, de Sterne,  que es un antecedente de Rayuela, la también genial novela de Julio Cortázar. Tristram Shandy es la novela de la incesante digresión, que rompe el hilo del discurso e introduce en él temas  que no tienen una aparente relación directa con el asunto principal. Así funciona el discurso, que a mí me fascina, de Antonio Miguel Carmona, que habló de lo divino – no hay que olvidar que estábamos a 50  metros del seminario conciliar de Madrid, que, obviamente, emite a todas horas energía teológica – y habló también de lo humano, demasiado humano, según sentenció Nietzsche, que decretó en su momento la muerte de Dios. Lia Chapman (www.liachapman.info), directora, actriz y productora que entusiasmó,  como mínimo, a media España en la serie Canguros emitida por Antena 3, inmortalizó el acto con fotos que encuadraba con la maestría de quien se ha profesionalizado en cine, televisión y teatro.

Y a otra cosa, como decía el PSOE, Isaac, con una rosa. En el Café Comercial, de la glorieta de Bilbao, Alberto Ávila Morales presentó su libro de poemas Atentamente vuestro publicado por Los libros del Mississippi, que dirige el editor Antonio Benicio Huerga.  Rafael Soler, poeta, novelista y vicepresidente primero de la Asociación Colegial de Escritores, nos invitó al auditorio a que disfrutáramos los excelentes poemas de Alberto Ávila Morales, fotógrafo, cantautor – llegó a la final del Festival de Benidorm 1980 –  y compositor madrileño. Y, ahora,  me entra la duda de si se dice ‘primer vicepresidente’ o ‘vicepresidente primero’. Por fortuna, cuento con Las 100 dudas más frecuentes del español, un libro espléndido coeditado por el Instituto Cervantes y la editorial Espasa y firmado por Florentino Paredes, Salvador Álvaro y Luna Paredes, y que tanto nos ayuda en estos trances. Para los aficionados a los sudokus, aunque ellos no tienen esta duda lingüística, hay que decir que, según la frase, puede ser tan correcto decir ‘primer vicepresidente’ como  ‘vicepresidente primero’. El libro lo acaban de presentar en el Instituto Cervantes, su director, Luis García Montero, Florentino Paredes – a quien el madridista García Montero llamó en la presentación, en un lapsus de hincha,  Florentino Pérez, el presidente del Madrid – y la editora Pilar Reyes.

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