Savater, Murray, Melcón
Artículo de Ramón Irigoyen publicado en Diario de Navarra. Lunes, 4 de noviembre de 2019
Vaya de entrada que, porque no sé lo que es un kamikaze, voy a asistir a la representación de Ricardo III de Shakespeare, que está en escena, hasta el 17 de noviembre, en el Pavón Teatro Kamikaze con sede en el corazón japonés de Madrid. En este teatro de la calle de Embajadores, que dirigen al alimón Miguel del Arco e Israel Elejalde, recibiré, sin duda, la mejor información sobre los pilotos suicidas japoneses de la segunda guerra mundial y comprobaré hasta qué punto sus experiencias en el aire coinciden con las aventuras de Fernando Savater, que, durante tantos años, plantó cara a los asesinos de ETA con una valentía que El guerrero del antifaz no siempre mostró en sus admirables hazañas.
En la presentación madrileña de La peor parte (Ariel), un libro espléndido de memorias, del donostiarra Savater, el editor Francisco Martínez Soria, José María Calleja, Juan Cruz, Jon Juaristi y otra persona, cuyo nombre, por razones que ignoro, me prohíbe mencionar mi ángel exterminador, nos acercaron a la vida de Savater y a la de Sara Torres Marrero, su esposa fallecida de cáncer. Con Sara Torres, una mujer canaria, profesora de euskera, el autor convivió 35 años. En este libro de Savater está la vida con sus maravillas infinitas y con la tragedia de la muerte que nos pulveriza hasta la última célula del cuerpo. El título La peor parte hace referencia al hecho de que en una pareja la persona que sobrevive a la muerte del ser querido hereda la tragedia de su ausencia. Con frecuencia me acuerdo de familiares y de amigos que han perdido a su pareja y la tristeza se apodera de mí hasta que acudo a Eduardo Punset y, desde su residencia en el otro mundo, este sabio me recuerda que, para tener a raya a la melancolía, debemos apartar de nuestra mente lo que nos entristece. “Aparto de mi mente lo que me apena”, escribió textualmente Eduardo Punset en su libro Excusas para no pensar.
Leo La extraña muerte de Europa. Identidad, inmigración, islam (EDAF) del escritor, periodista y comentarista político británico Douglas Murray. La extraña muerte de Europa se publicó en 2017. Estuvo 20 semanas en la lista de best sellers de The Sunday Times, alcanzando el número 1 en No Ficción. Se ha traducido a más de 20 idiomas. La magnífica traducción al castellano es de Mariano J. Vázquez Alonso. La extraña muerte de Europa ha sido leído y citado por políticos de muchos países. The Evening Standard lo ha descrito como “el libro político más irresistible del año.” ¿Es tan irresistible el libro? Lo es. ¿Qué hacemos en Europa con la reducción de la tasa de natalidad, con la inmigración masiva, con el multiculturalismo, con esas avalanchas de odio que eliminan toda posibilidad de diálogo? Es tan variada y de tanta calidad la información de La extraña muerte de Europa que cualquier lector, a condición de que no sea sectario y, por tanto, negado para el diálogo, reflexionará sobre temas, por complejos, extremadamente intrincados. Los votantes de Vox entrarán en éxtasis leyendo este libro. Pero los votantes de los restantes partidos – y los no votantes, por supuesto – también pueden aprender mucho leyendo La extraña muerte de Europa.
Y regresa una vez más la muerte. El 17 de octubre, sobre las cinco de la tarde, iba feliz a hacer la compra al supermercado, cuando, contra mi costumbre, miré el móvil y en el wasap me encontré un mensaje que comenzaba diciendo: “Lamentablemente, esta mañana ha fallecido María Luz Melcón.” La noticia del fallecimiento de la autora de la espléndida novela Celia muerde la manzana (Barral Editores), entre otros libros, me produjo un dolor inmenso. Para colmo, el mensaje decía que la inhumación de María Luz Melcón tendría lugar en el cementerio civil de Madrid al día siguiente a las 13:00 h. Como el mensaje estaba fechado el 15 de octubre y lo estaba leyendo el 17 de octubre, con dos días de retraso, tampoco podía ya ir a despedirla en el cementerio civil de Madrid, que forma parte de la necrópolis del Este, junto con el cementerio religioso de La Almudena. Los dos cementerios están separados por la avenida de Daroca. Obviamente, sin ninguna consideración para con mi ego divino, me maldije a fondo. Hoy lunes, 4 de noviembre, a las 20:00, los compañeros de tertulia de María Luz Melcón – y, entre ellos, el magnífico novelista pamplonés Germán Sánchez Espeso – le dedican un homenaje en el madrileño Café Gijón. Y hay que repetirlo: ¡qué gran novela es Celia muerde la manzana, que fue finalista en paridad de votos en el Premio Barral de Novela 1972.