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Ramón Irigoyen es autor de 16 libros de obra original. Ha publicado también 15 libros de traducciones del griego antiguo y moderno.
"Descomunal poeta" (Juan García Hortelano)
"Ya era hora, coño, de encontrar una gran prosa castellana, nueva, vieja y eterna" (Francisco Umbral, Premio Cervantes)

Un poeta italiano provoca la lluvia

(Artículo publicado en ‘Diario de Navarra’, 6-6-2011, con el título de «Calabró provoca la lluvia»)

El poeta italiano Corrado Calabró, nacido en Reggio Calabria en 1955, llenó, en la tarde del sábado pasado, en la Feria del Libro de Madrid  el Pabellón Carmen Martín Gaite. Allí presentó, en edición bilingüe, Un cuchillo en la miel. Poesía completa 1960-2010, en edición de Emilio Coco. Publica el libro en una bella edición en tapa dura la editorial que en la cubierta del libro se denomina Sial / Contrapunto y que en la portada, o sea, en la página 7 del libro, se denomina Sial Ediciones. Siendo Corrado Calabró un gran aficionado a los poetas del mundo griego y latino, según declaró, estará encantado con este cambio de logotipo de la editorial que le llevará a aquel día lejano en el que Proteo, el gran precursor de Sial Ediciones con sus cambios de especie animal, ante los ojos de su hijo Menelao, en la desembocadura del Nilo, donde vigilaba unos rebaños de focas, se transformó sucesivamente en león, en serpiente, en pantera, en agua y, finalmente, en árbol. A aquella metamorfosis de Proteo, junto con Menelao, el hijo de esta divinidad marina, asistían Basilio Rodríguez Cañada y José Ramón Trujillo, coeditores de  los futuros Sial / Contrapunto y de Sial Ediciones, y de algún que otro sello más de Sial Ediciones como, por ejemplo, Pygmalión Poesía, Pigmalión Narrativa, donde el abogado y directivo del Real Madrid J. M. Otero Lastres ha publicado su excelente thriller legal, El campo de Bucéfalo.

No acaban aquí las metamorfosis de Sial que, en su sello Sial / Fugger Libros, ha publicado La sonrisa de Robespierre y otros textos políticamente incorrectos, un libro espléndido de Juan Van-Halen, un todoterreno de la literatura – es autor de más de 50 libros de poesía, narrativa, ensayo literario e histórico y viajes -, del periodismo y de la política. Para que el malabarismo en sellos de Sial Ediciones quede irrebatiblemente demostrado, mencionemos  aquí también El viajero del tiempo. Lecturas, libros y escritores, un título excelente también de Juan Van-Halen, publicado por el sello Sial / Trivium.

Desde el punto de vista teatral ¿qué ventaja tienen los poetas italianos respecto a los poetas españoles? Lo vimos claramente en la presentación de Un cuchillo en la miel. Los poetas italianos tienen como presidente a Berlusconi, un cantante  que se forjó profesionalmente, en su primera juventud, como animador de cruceros. ¿Hemos tenido nosotros algún presidente – Suárez, Calvo Sotelo,  Felipe González, Aznar, Zapatero – que se haya curtido en su juventud subido a un escenario cantando copla española, twist, la yenka, rock, pop, al estilo de Mecano, o heavy metal o alguna variedad regional, tipo jota aragonesa o sardana catalana? Por desgracia, no. Por eso la mayoría de las veces        que  nuestros poetas suben a un escenario a recitar sus versos hunden al público en la tristeza. Y, en ocasiones, el público,  apiadado de la  falta de vitalidad de nuestros poetas en el escenario,  les deja unas monedas en la mesa para que vayan a la farmacia y se compren unas vitaminas, dado que este medicamento no lo cubre la seguridad social.

En cambio, Corrado Calabró dio una lección de cómo hay que estar en un escenario. Leyó en italiano muy bien sus poemas. A continuación, Luis Alberto, uno de los no muchos  poetas españoles que leen bien en público un poema, leía la traducción española del poema, firmada por el poeta y traductor italiano Emilio Coco. Y el público respondió siempre con intensos aplausos a  la lectura de los poemas.  ¿Y cómo aplaudía Corrado Calabró? Ahí, en el terreno de los aplausos, dio otra lección el maestro. Giraba su cuerpo hacia la derecha, donde ocupaba su asiento el editor José Ramón Trujillo, y luego giraba su cuerpo hacia la izquierda, y aplaudía dirigiéndose de frente a Luis Alberto de Cuenca.

Espero que esta modélica presentación del excelente libro de poemas Un cuchillo en la miel esté grabada en vídeo. Los poetas españoles deberían estudiarla para aprender a leer en público.

Y otra maravilla de Corrado Calabró. Unos minutos antes de la celebración del acto la sala estaba casi vacía. Obviamente, el error era de los editores que no habían hecho bien la convocatoria del acto. Ante este desastre yo ví, a las 19.55, cinco minutos antes del comienzo del acto, cómo Corrado Calabró salió corriendo del Pabellón Carmen Martín Gaite, tiró unos petardos dirigidos contra las nubes y, a los dos minutos, llovía a cántaros.         El público que estaba en la Feria – y, por supuesto, sin paraguas –, ante el diluvio que nos trajeron los petardos pluviógenos,  que los poetas españoles no conocen ni de oídas, inmediatamente se refugió en el Pabellón Carmen Martín Gaite. Y, así, Errico Corrado dio su recital con la sala rebosante de público. El propio Luis Alberto de Cuenca dijo que, en esa sala, él había actuado como presentador no menos de cuarenta veces y que nunca había visto allí tanto público. Quede, pues, aquí constancia de la total profesionalidad del poeta. Él tuvo la previsión de venir al acto con aquellos petardos inductores de lluvia y, gracias a ellos, llenó la sala y recibió los más cálidos aplausos.

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